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Pocas son las generaciones de jóvenes que no se han criado con la tecnología, en mayor o menor medida. Es innegable que la tecnología supone una realidad que está presente en cada vez más aspectos de la vida cotidiana. La progresiva incorporación de la tecnología en los diferentes ámbitos de trabajo hace evidente la necesidad que existe de incorporarla también al ámbito educativo.
Durante los últimos años, educación y tecnología han formado fuertes vínculos y esto se debe, en gran medida, a la demanda que aprendices y docentes tienen con respecto a dicha necesidad. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han cambiado la forma en la que los alumnos, no solo de lenguas sino de cualquier campo académico, obtienen la información. El uso de Internet, siempre que se realice de manera adecuada, hace que los alumnos dispongan de un espectro informativo de tal calibre que puedan encontrar abundantes fuentes de calidad donde contrastar la información de interés.
Las nuevas generaciones de estudiantes no entienden una realidad apartada de la tecnología. Es por eso que el campo educativo se ve obligado a hacer uso de las tecnologías del aprendizaje y el conocimiento (TAC), es decir, aplicar las TIC al modelo educativo para mejorar el rendimiento del mismo. Esto, por supuesto, atañe a la enseñanza de lenguas, donde la motivación de los estudiantes es el factor fundamental para un favorable avance en su aprendizaje. En este sentido, el uso de las TIC para los idiomas, por ejemplo la creación de avatares, la creación de un blog o el uso de aplicaciones móviles, entre muchas otras opciones, suponen una enorme motivación para la gran mayoría de estudiantes jóvenes. Pero para que esta herramienta sea llevada al aula es preciso que el equipo docente tenga una competencia mínima, pues los profesores son los responsables del material que se utiliza en la clase.
Una de las ventajas que las nuevas tecnologías ofrecen a los alumnos es la práctica automatización de los procesos, desde la comunicación entre aprendientes hasta el feedback recibido por los docentes. Y cuando hablamos de enseñanza de lenguas, las tecnología aplicada al aula es solo una pequeña parte de este campo. Desde la aparición de las TIC son numerosos los cursos y carreras universitarias que han surgido a través de la modalidad online. Incluso se están creando, cada vez más, academias y universidades que funcionan en línea en su totalidad. Esto supone que personas que años atrás se veían impedidos para poder cursar una carrera o un curso en algún lugar lejano a su residencia, puedan acceder a los mismos a través de sus ordenadores sin ningún esfuerzo. También es notable el aumento que hay en la demanda de cursos online, en cuanto a lenguas se refiere. Y es que, en el aprendizaje de idiomas, un gran porcentaje de estudiantes prioriza la comodidad y la practicidad.
En cuanto a los profesores, las TIC suponen una herramienta donde, por ejemplo los profesores de ELE, pueden compartir todo tipo de recursos desde cualquier parte del mundo con sus colegas. De esta forma, la cantidad de materiales disponibles para el aula, así como cualquier otra información relevante para la continua formación de los docentes, se verá enriquecida.

Muy de acuerdo con tu reflexión. Me llama la atención lo que dices de que es preciso que el equipo docente tenga una competencia mínima, porque es una gran realidad. Ahora mismo conviven en los equipos docentes profesores que son reacios a salir de su zona de confort y a entender que los beneficios de diseñar actividades con apps como Kahoot no solo son para los alumnos, sino también para ellos. Es muy necesario que los profesores se reciclen. Quizás ahí esté uno de los grandes retos para las nuevas tecnologías en las clases de lenguas.
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